“A BIG BEAUTIFUL PROBLEM PARA MEXICANOS CON INVERSIONES EN LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA”

Las campañas políticas, sobre todo a nivel federal, conllevan diversas promesas estratégicas con el fin de persuadir al gremio electoral a apoyar a dicho candidato ganar el voto popular, o una elección colegiada como es el caso en los Estados Unidos de América.

Siendo así, el entonces candidato Donald Trump, prometió que trabajaría, redactaría y propondría una reforma fiscal, con enfoque destinar recursos públicos a sus causas electorales que eran la vigilancia fronteriza, y el armamento militar del país ante la posibilidad de un conflicto armado. 

Ganando la presidencia por segunda ocasión, el presidente Trump se avocó a su promesa electoral, concluyendo en que el ciento diecinueve (119) Congreso Legislativo de los Estados Unidos de América aprobaron la iniciativa de reforma fiscal y estructuración del gasto público, propuesta por el presidente Donald J. Trump, la cual firmó, ratificándola como ley, este pasado 4 de julio del 2025.

Coloquialmente, esta reforma es conocida como “The One Big Beautiful Bill Act”, la cual entrará en vigor a partir del próximo año, el 01 de enero de 2026.    

A grandes rasgos, esta reforma abordó diversos temas que son de gran trascendencia para la agenda política del presidente, la cual incluye temas como los gastos deducibles que había otorgado en el 2017, en su primer mandato como el Ejecutivo, beneficios y deducciones permitidas para aquellos trabajadores cuyo ingreso consiste en parte de propinas y trabajar horas extras, la deducibilidad de automóviles fabricados en los EEUU, gastos deducibles más favorables para adultos mayores, para padres de familia en razón de abonar a un cuasi fondo de ahorro libre de impuestos por cada hijo que nazca del 2025 al 2028, así como el manejo del gasto en temas como militarización y armamento para las fuerzas armadas del país norteamericano, gran aportación de recursos financieros públicos para los agentes fronterizos, entre otros temas.

Ahora bien, ¿qué impacto tiene sobre los mexicanos la aprobación y futura aplicación de lo aprobado en esta reforma? ¿qué soluciones puede haber a futuros problemas?

Actualmente, hay cientos de miles de mexicanos, es decir no residentes fiscales de los Estados Unidos, que poseen o abrieron, cuentas bancarias a título personal o a título de alguna empresa donde participan como socio o accionista.

Estos mismos mexicanos participan activamente en la economía norteamericana, prestando servicios, recibiendo utilidades o percibiendo ganancias mediante renta pasiva como intereses, dividendos, ganancias de capital, etc., por lo cual habrían de tributar en México, esto es si no han rebasado el tope límite de 183 días naturales, consecutivos o no, dentro el territorio norteamericano para así no ser considerado un sujeto obligado a declarar en los Estados Unidos de América, similar a como lo establece el artículo 154, párrafos séptimo y noveno, de la Ley sobre el Impuesto a la Renta en México, cumpliendo así con sus obligaciones fiscales nacionales mexicanas, conllevando todas las complicaciones contables, corporativas, burocráticas y monetarias que sabemos habitualmente ocurren en nuestro país.

Pero ahora, el problema será transfronterizo, ya que se encontrarán con una serie de complicaciones de múltiples índoles por la futura implementación de esta reforma.

¿Recordarán lo mencionado entorno a las cuentas bancarias que contienen el dinero o bienes fungibles de los cuentahabientes mexicanos en Estados Unidos?

 

Si el contribuyente mexicano, no residente fiscal (o Non-Resident Alien “NRA” según sus siglas en inglés), participa en fondos “UCITS” o Organismos de Inversión Colectiva en Valores Inmobiliarios en español, o en otros productos internacionales, generalmente se les asignará la clase de participación más baja (lowest share class), comisiones más altas y no podrán acceder a descuentos institucionales. La oferta de estos productos internacionales será limitada y condicionada por los acuerdos bancarios, resultando en productos mediocres y con un alto costo.

Sus ingresos estarán vigilados, sujetos a reportes automáticos bajo el tratado fiscal “Foreign Account Tax Compliance Act” (FATCA) o Ley de Cumplimiento Tributario de Cuentas Extranjeras, lo cual genera obligaciones fiscales adicionales en México.

La renta pasiva anteriormente mencionada podría estar sujeta a retenciones fiscales en los Estados Unidos, sin planeación fiscal previa.

No se tendría acceso a estructuras eficientes de planificación patrimonial como fideicomisos (trusts), constitución de empresas o corporaciones, lo cual limitaría la idónea planeación patrimonial y sucesión internacional.

Asimismo, se estaría bajo la constante lupa del fisco, toda vez que la información financiera es compartida entre las autoridades fiscales vecinas, generando perdida de privacidad tributaria.

Otro de los problemas que enfrentarán los mexicanos, “NRA”, con inversiones en los Estados Unidos será sobre el tema de las remesas.

Al momento de cabildear su reforma, el presidente Trump, con un ojo a presionar las relaciones diplomáticas con México, optó por imponer un nuevo impuesto a las remesas, con el fin de aumentar la recaudación y reducir el crecimiento del déficit fiscal del país que gobierna.

Siendo así, todas las cuentas personales bancarias de extranjeros en los Estados Unidos que emitan remesas en efectivo, a partir de enero de 2026, estarán sujetas a un nuevo impuesto con una tasa del 1%, esto tras inicialmente estar contemplada al 5%.

Para los casos de empresas o corporaciones no estarán sujetas a dicho impuesto, así como tampoco las transferencias hechas mediante tarjetas de crédito o débito.

Dicho todo lo anterior, todo cambio al panorama fiscal-corporativo que ocurra en ambos lados de la frontera presenta nuevos retos para los contribuyentes, o gremio empresarial, pero también siempre presenta nuevas oportunidades para estructurar de manera correcta el patrimonio, y optimizar el impacto financiero de sus fuentes de riqueza bajo el asesoramiento de expertos en la materia.

Esperemos que, de ser un problema, pase a ser “A Big Beautiful Opportunity” para los mexicanos con inversiones en los Estados Unidos de América.

Así como lo escribieron hace más de cincuenta años Mario Puzo, y Francis Ford Coppola:

“I believe in America.”

 

 

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